A la hora de hablar de importación, la palabra impuestos suele ser reemplazada por el concepto de derechos.

Hacemos esta aclaración antes de proseguir con el artículo porque somos conscientes de que, sobre todo para aquellos que recién están incursionando en el mundo de las importaciones desde China, leer sobre derechos de importación puede llevar a confusiones en primera instancia.

Estos tipos de impuestos se aplican a la hora tanto de importar y de exportar productos de la más amplia variedad, y pueden alcanzar valores que rozan el 35% del coste total de los productos en sí mismos.

Esto dependerá, sin embargo, del tipo de producto con el que se esté trabajando (y del valor CIF del mismo), por lo que es muy importante tenerlo en cuenta y, sobre todo, asesorarse correctamente para evaluar así los márgenes de rentabilidad que se obtendrán a partir de la importación.

En Argentina, estos derechos se imponen con el objetivo principal, como en cualquier otro país, de preservar la industria y la producción nacional.

Si se quiere, se podría pensar los impuestos como una especie de “multa”: podés traer productos del exterior, pero deberás retribuirle un pequeño porcentaje de tus ganancias al Estado.

¿Cómo se dictamina cuánto se debe pagar por un producto de importación?

La importación de productos en la mayoría de los países se rige por los criterios dictaminados por el Sistema Armonizado para la Designación y Codificación de Mercancías, a cargo de la Organización Mundial de Aduanas.

Mediante ella, las mercancías son clasificadas y categorizadas, para así asignarles un valor óptimo de impuestos y aranceles.

El objetivo de esto es crear cohesión entre los distintos países, homogeneizando el panorama de las importaciones. Lo que se consigue de esta manera es simplificar los procesos tanto de importar como de exportar, evitando situaciones engorrosas, estafas y pérdidas.

¿Son los impuestos o derechos realmente necesarios?

Muchas personas consideran que las altas tasas de impuestos que se imponen a la hora de importar ciertos productos funcionan más como una muralla contra la importación que como una necesidad justificada.

Suele creerse que el cobro de los derechos es un sinónimo de estorbo para la correcta evolución del comercio internacional. Sin embargo, muchos olvidan que son estos mismos impuestos los que, en gran medida, mantienen en pie los sistemas internacionales de comercio.

Y, por sobre todas las cosas, esa mirada pesimista suele venir de parte de individuos que han tenido malas experiencias, causadas por una pobre gestión de sus importaciones.

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